Hace bastante tiempo que me viene fascinando la literatura infantil, en especial la poesía. Creo que todo comenzó cuando cursaba en Artes Visuales el taller literario a cargo de la profesora Laura Danani, quién me acercó a autores como Ricardo Mariño, Javier Villafañe, Elsa Borneman, etc. No puedo olvidar "El bandido de los mares" de Sandra Siemens, o "Y el arbol siguió creciendo" y "Doña Clementina Queridita la Achicadora" de Graciela Montes. Luego en algunos pequeños e intensos instantes, Mirta Colángelo. Un taller en la Plaza Rivadavia para un 16 de septiembre hace mucho, escucharla contar un cuento con la belleza que todos los que la han escuchado saben, los libros de los chicos del Patronato, y por último la magia de los susurradores.
Creo que ambas me han marcado muy profundamente y me han hecho apreciar el mundo de la literatura infantil de una manera que no conocía. Entro a una librería y directamente voy a la parte de niños, me gustan los textos, las ilustraciones, los diseños, los formatos, los tamaños, los colores, las texturas, los papeles, todo. Y por eso trato de hacerlos disfrutar de esto a mis hijos y cuando puedo también a mis alumnos. En algunos casos he leído a adolescentes de una escuela algunos poemas infantiles y se han reido un poco pero yo me reí un poco más porque por lo menos, en esos pocos minutos, esos versos tuvieron la posibilidad de estar ahí sonando.
Bueno, esto un poco a referencia de que conseguí estos libros para el día del niño y son muy lindos, los recomiendo para chicos, y GRANDES!
La vaca Ventilador, de Graciela Repún y Enrique Melantoni, ilustrado por Hebe Gardes (Ed. Atlántida, 2008)
La vaca ventilador
La vaca mueve la cola
y levanta tanto viento
que despeina hasta a los niños
que están leyendo este cuento.
y levanta tanto viento
que despeina hasta a los niños
que están leyendo este cuento.
Sueños que riman, de Marina Caporale e ilustrado por Elena Torres (Ed. Atlántida, 2007)
Y este lo tenía pensado hace mucho. Fué prohibido durante la dictadura así que siempre pensé que había que leerlo. Quise conseguir la edición de Colihue pero estaba agotada, y menos la primera. Al fin y al cabo, ya está en casa.
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